La semana pasada tuve mi cita mensual con el oculista. Debería ser con el ocultista, para ver si me hace desaparecer, un toque nomás. Ojo, no hablo de morir, hablo de ser invisible. A veces uno necesita invernar en su cueva sin interferencias. El ashram de Osho sería perfecto —qué poco pides Maya— aunque un ashram criollo no estaría mal. Habría que llamar al maestro yogui para preguntarle si tiene planeado alguno de esos retiros en donde escuchamos satsangas, respiramos colores y comemos gluten. Una vez le comenté a mis amigas de la chamba, las amorcinas, que mi sueño de niña era hacer labor social en algún país lejano del Africa. Se burlaron en mi cara. Tu????!!!!!! Pero si eres doña cómoda!!!!! Si ni siquiera aguantas un campamento!!!!! No me quedó más que reirme con ellas (a veces uno no tiene idea de los anhelos que las personas guardan en su corazón, aunque sean los más descabellados y absurdos).
Pero como siempre, me fui por las ramas. De lo que quería hablar era de mi cita con el oculista y de mis ojitos secos. Qué ironía. Cómo voy a sufrir del mal del ojo seco si soy una llorona!!!! Así como hay risas falsas en los programas cómicos, deberían contratarme como prestadora de lágrimas para las novelas mejicanas. Además, normalmente soy muy mala para consolar a mis amigas, porque el llanto se me contagia facilito y termino llorando más que las afectadas. Con las películas me pasa igual, lloro hasta con La Bella y la Bestia, que mi hija suele ver una y otra vez. Pero lo que ya es el colmo es cuando me conmuevo con los comerciales de televisión. El de Johnson es un buen ejemplo, aquel en donde aparece una mujer encogida como un feto, dentro de un vientre materno. Inclusive mi hija se emocionaba y cambiaba de canal cada vez que aparecía el spot porque le daba vergüenza que yo la viera con los ojitos rojos. Y cómo olvidar aquel comercial de Pepsi de hace veinte años (22 años para ser exactos) en donde salía Erika Stockholm. ¿Se acuerdan? Tiempo de amar, para vivir en paz, na-nanananana, para inventar la felicidad, na-nanananana… hoy es tiempo de amar…
Y bueno, si hablamos de temas personales… qué les puedo decir, somos las lágrimas y yo. A veces, cuando lloro antes de dormir, despierto con dolor de cabeza y con los ojos hinchados, como si me hubiera metido una juerga de locos el día anterior. Luego vengo al café, como hoy, con los ojos a medio abrir, previa visita a la farmacia para tomarme un Excedrín Extra Forte. Y el chico que me prepara el manjar blanco latte con doble shot de café me dice, ¿un café para cortar la resaca? Sí sí, demasiado alcohol, es que mis lágrimas me embriagan, digo bajito. Aunque en esos casos, me basta con llegar a mi casa y ver a mi hija para disolver la tristeza. Esta mañana se metió a mi cama y cuando sintió el abrigo excesivo (para ella) de mi edredón de plumas se quitó toda la ropa. Y yo aproveché para abrazarla calatita y acariciar su cuerpecito caliente. ¿Qué puede ser más sanador que eso?
Con todo este historial de lágrimas ya debería estar curada no?, pero aún así el oftalmólogo insiste con el diagnóstico, y me hace regresar todos los meses, creo que está enamorado de mí. Siempre me recibe con su mirada de castor triste (así me decían a mí cuando era chica, por los ojos y los dientes, claro). Me mira fijo, directo a los ojos, como hipnotizado. Encantado de verla, dice, y me da la mano muy ceremonioso, haciéndome sentir toda una señora… vieja. Cómo va a estar encantado de verme!!!! Debería decir, qué pena me da verla por aquí otra vez. Luego me invita a sentarme para el chequeo de rutina y me habla muy pausado, con un tono de voz tan suave y relajado como el de Tony Kamo (¿se acuerdan de aquel españolísimo que se hizo famoso por hacer barbaridad y media con el cuerpo de la gente mientras estaban en trance hipnótico?) Y yo imagino que, mientras enciende las luces en mis ojos y yo debo mirar hacia arriba, abajo, hacia su oreja y al frente, él aprovecha para hechizarme. Si al menos con eso pudiera curar mis ojitos estaría dispuesta, además de curar otras cosas más que debo sacar de mi cabeza. ¿Es mucho pedirle al ocultista no?
En esos chequeos debo contarle cómo se han portado mis ojitos. Como siempre, el ojo derecho es el más afectado, aunque es todo un logro que ya no necesite usar mis dedos para abrirlo en las mañanas. Lo que sí debo hacer es ponerme chinita para enfocar y poder ver la hora en el VHS (sí, todavía tengo VHS y grabo mis programas —Friends, Sex & the City o El francotirador— cuando el sueño me gana, o sea siempre). Vamos a ver, dice el doc, lea usted a partir de la cuarta línea. Y yo leo todito porque ya me sé las letras de memoria. Finalmente, me cambia las gotas antialérgicas. Estas son unas nuevas que han salido al mercado, muy buenas, dice. Además, me sigue dando las mono dosis de lágrimas y un nuevo gel para antes de dormir. La veo en un mes, me dice. Y alarga la mano, mirándome nuevamente con sus ojitos de castor triste.
En fin, mis ojos están controlados por mi oftalmólogo, para mirarte mejor, como diría el lobo de caperucita. Sí si, a mirar mejor se ha dicho. Aunque hay cosas que uno no quiere mirar, como a Kina reventando a La Leoparda. El ser humano sigue siendo tan salvaje como en la época de los gladiadores. Es increíble cómo la gente ovaciona los golpes y la sangre. La efervescencia que se vivió ayer en el Dibós sólo puede ser justificada por la frustración. Estamos tan decepcionados del fútbol y ansiosos por ser los primeros en algún deporte, que es lógico que celebremos una victoria, aunque se trate de dejar al contrincante medio muerto.
Yo prefiero hacer yoga. He vuelto a mis clases, aunque ahora son al aire libre y debo ir abrigada como esquimal. Pero el frío se compensa cuando hago la cobra y veo el cielo casi blanco de las noches nubladas de Lima, y aquel arbolito triste con sus ramas desnudas.
Y bueno, si hablamos de temas personales… qué les puedo decir, somos las lágrimas y yo. A veces, cuando lloro antes de dormir, despierto con dolor de cabeza y con los ojos hinchados, como si me hubiera metido una juerga de locos el día anterior. Luego vengo al café, como hoy, con los ojos a medio abrir, previa visita a la farmacia para tomarme un Excedrín Extra Forte. Y el chico que me prepara el manjar blanco latte con doble shot de café me dice, ¿un café para cortar la resaca? Sí sí, demasiado alcohol, es que mis lágrimas me embriagan, digo bajito. Aunque en esos casos, me basta con llegar a mi casa y ver a mi hija para disolver la tristeza. Esta mañana se metió a mi cama y cuando sintió el abrigo excesivo (para ella) de mi edredón de plumas se quitó toda la ropa. Y yo aproveché para abrazarla calatita y acariciar su cuerpecito caliente. ¿Qué puede ser más sanador que eso?
Con todo este historial de lágrimas ya debería estar curada no?, pero aún así el oftalmólogo insiste con el diagnóstico, y me hace regresar todos los meses, creo que está enamorado de mí. Siempre me recibe con su mirada de castor triste (así me decían a mí cuando era chica, por los ojos y los dientes, claro). Me mira fijo, directo a los ojos, como hipnotizado. Encantado de verla, dice, y me da la mano muy ceremonioso, haciéndome sentir toda una señora… vieja. Cómo va a estar encantado de verme!!!! Debería decir, qué pena me da verla por aquí otra vez. Luego me invita a sentarme para el chequeo de rutina y me habla muy pausado, con un tono de voz tan suave y relajado como el de Tony Kamo (¿se acuerdan de aquel españolísimo que se hizo famoso por hacer barbaridad y media con el cuerpo de la gente mientras estaban en trance hipnótico?) Y yo imagino que, mientras enciende las luces en mis ojos y yo debo mirar hacia arriba, abajo, hacia su oreja y al frente, él aprovecha para hechizarme. Si al menos con eso pudiera curar mis ojitos estaría dispuesta, además de curar otras cosas más que debo sacar de mi cabeza. ¿Es mucho pedirle al ocultista no?
En esos chequeos debo contarle cómo se han portado mis ojitos. Como siempre, el ojo derecho es el más afectado, aunque es todo un logro que ya no necesite usar mis dedos para abrirlo en las mañanas. Lo que sí debo hacer es ponerme chinita para enfocar y poder ver la hora en el VHS (sí, todavía tengo VHS y grabo mis programas —Friends, Sex & the City o El francotirador— cuando el sueño me gana, o sea siempre). Vamos a ver, dice el doc, lea usted a partir de la cuarta línea. Y yo leo todito porque ya me sé las letras de memoria. Finalmente, me cambia las gotas antialérgicas. Estas son unas nuevas que han salido al mercado, muy buenas, dice. Además, me sigue dando las mono dosis de lágrimas y un nuevo gel para antes de dormir. La veo en un mes, me dice. Y alarga la mano, mirándome nuevamente con sus ojitos de castor triste.
En fin, mis ojos están controlados por mi oftalmólogo, para mirarte mejor, como diría el lobo de caperucita. Sí si, a mirar mejor se ha dicho. Aunque hay cosas que uno no quiere mirar, como a Kina reventando a La Leoparda. El ser humano sigue siendo tan salvaje como en la época de los gladiadores. Es increíble cómo la gente ovaciona los golpes y la sangre. La efervescencia que se vivió ayer en el Dibós sólo puede ser justificada por la frustración. Estamos tan decepcionados del fútbol y ansiosos por ser los primeros en algún deporte, que es lógico que celebremos una victoria, aunque se trate de dejar al contrincante medio muerto.
Yo prefiero hacer yoga. He vuelto a mis clases, aunque ahora son al aire libre y debo ir abrigada como esquimal. Pero el frío se compensa cuando hago la cobra y veo el cielo casi blanco de las noches nubladas de Lima, y aquel arbolito triste con sus ramas desnudas.
Me he reencontrado con el dragón, con la vela y el arado, con la pinza, con el cocodrilo, el niño que juega, con el bastón y hasta con las langostas que me parten los lumbares. Y los guerreros, oh guerreros, cuando los hago me siento toda una ninja (ataca y defiende, lo máximo!). Finalmente, el saludo a la tierra me reconecta con la fuente, y con las respiraciones elimino lo indeseable. Inhalo e inflo la panza, exhalo con fuerza entre dientes e imagino aquellos nombres que quiero eliminar de mi mente. Imagino las letras disolviéndose…
El Guerrero
Mis ojos quieren ver, ¿y los tuyos? Los dejo con unos párrafos del libro SER de Sri Nisargadatta Maharaj. El libro me lo prestó M, mi querido practicante. De él aprendo todos los días, y por eso le dedico estas líneas:
Mis ojos quieren ver, ¿y los tuyos? Los dejo con unos párrafos del libro SER de Sri Nisargadatta Maharaj. El libro me lo prestó M, mi querido practicante. De él aprendo todos los días, y por eso le dedico estas líneas:
El karma es solo un almacén de energías no gastadas, de deseos no cumplidos y de temores no comprendidos. El almacén se está rellenando constantemente con deseos y temores nuevos. Pero no hay necesidad de que sea así para siempre. Comprenda la causa raíz de sus temores —distánciese de usted mismo y de sus deseos— el anhelo por el sí mismo y su karma se disolverán como un sueño.
El esfuerzo de comprenderse a usted mismo es yoga. Sea un yogui, de su vida a eso, empolle, indague, busque, hasta que usted llegue a la raíz del error y a la verdad más allá del error.
Todo lo que usted necesita está ya dentro de usted, solo que usted debe acercarse a su sí mismo con reverencia y amor. La autocondena y la autodesconfianza son errores calamitosos. Su constante huida del dolor y búsqueda del placer es un signo del amor que usted se tiene a usted mismo; todo lo que le aconsejo a usted es esto: haga que el amor a usted mismo sea perfecto. No se niegue a usted mismo nada, de a su sí mismo infinitud y eternidad y descubrirá que usted no las necesita; usted es más allá.
El esfuerzo de comprenderse a usted mismo es yoga. Sea un yogui, de su vida a eso, empolle, indague, busque, hasta que usted llegue a la raíz del error y a la verdad más allá del error.
Todo lo que usted necesita está ya dentro de usted, solo que usted debe acercarse a su sí mismo con reverencia y amor. La autocondena y la autodesconfianza son errores calamitosos. Su constante huida del dolor y búsqueda del placer es un signo del amor que usted se tiene a usted mismo; todo lo que le aconsejo a usted es esto: haga que el amor a usted mismo sea perfecto. No se niegue a usted mismo nada, de a su sí mismo infinitud y eternidad y descubrirá que usted no las necesita; usted es más allá.
7 comentarios:
Holas
No te puedes imaginar lo bien que se siente el saber que has mirado el box,jaja... aunque le hayas pegado duro, el sólo hecho de escucharte hablar de deporte es un rayito intenso de luz que me recupera el alma....
MMXVERTE
Número uno (primer round): el box no es un deporte, es una barbarie.
Número dos (segundo round): no he mirado el box, no estoy tan loca. Fue un vistazo rápido a la tele antes de salir, que me bastó para escribir unas cuantas líneas.
Número tres (tercer round): Mientras Kina daba golpes en el ring yo estaba pidiéndome mi primer pisco sour debajo del puente de los suspiros.
knock out: Y cuando me enteré que ganó yo ya tenía una conquista.
Como te gusta pegarme!!!,ja
Yo hice ese comercial, me metí en publicidad cuando era joven (y ya hacía teatro)... y hasta hoy no le digo a nadie los muchos comerciales lindos que hice. Ahora quiero hacer fotos, como las del yoga, con mi profe de pilates desnuda y el título: Pilates como yo lo veo. ;)
Escribes bien, me divierte y me cuestiona. Beso.
o lei mal o por ningun lado pones de donde ssacaste esas fotos de yoga-desnudas? de donde son? gracias!
Son de GettyImages.
Sorry, la próxima vez pondré la fuente.
Saludos!
HOLA GI MIS FELICITACIONES AMIGUITA!!! ESCRIBES LINDO Y MUY SEGURA DE TI MISMA, ME ENCANTA.
TE DESEO UN SIN FIN DE EXITOS!!!! ERES MUY JOVEN Y TIENES TODO EL TIEMPO DEL MUNDO, SIGUE SIEMPRE ADELANTE Y ESTOY SEGURA QUE SERAS LA MEJOR.
BESOS.
MALENA.
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