Cuando mis padres estaban en los treinta vivíamos en Piura, en un residencial enorme que era como una comunidad. O sea, mis papás y nosotras (mi hermana y yo) teníamos amigos como cancha. Los chicos nos divertíamos en la piscina y alrededores, que a mí en particular me servían para perderme en un mundo de fantasía único. Quizá en esa época fue en donde inventé mis mejores historias infantiles. Además, claro, teníamos nuestro mini grill, un “bar para niños” en donde vendían golosinas, helados y lo mejor de Piura, las cremoladas. Los grandes, por su lado, tenían su juerga nocturna en el grill oficial. Ese lugar era prácticamente prohibido para nosotros, quizá por eso nos encantaba ir. Hasta ahora recuerdo cuando entraba y sentía aquel aire distinto, tan frío, tan importante!!!! Cuando conocí el grill entendí que los sitios en donde se divertían los adultos olían como a congeladora y tenían un ambiente estático, que te atrapaba y te ponía la piel de gallina, además de aliviarte del calor de 40 grados que te abrazaba apenas salías de lugar. En realidad, a nosotros no nos importaba tanto el calor (los adultos eran unos remilgosos que se atrevían a decir que los engreídos éramos nosotros!!!!), nos daba lo mismo porque éramos niños-anfibios, andábamos sumergidos en el agua prácticamente todo el día.
Pero además del grill, ellos tenían su discoteca, que para nosotros era la chicoteca a las cuatro de la tarde, cuando había alguna fiesta infantil. La pasábamos bien, esos fueron épocas felices, sin duda. Y todos los papás parecían ser felices también y quererse mucho. Cuando había alguna celebración especial, organizaban actuaciones en donde todos participábamos, pero cuando lo hacían por las noches nos relegaban, por supuesto (al acordarme de estos eventos entiendo la frustración de mi hija cuando le digo: no, no puedes ir porque es una reunión para adultos, la noche es para los grandes hija). En una de aquellas celebraciones nocturnas, por el día de la madre, un grupo de maridos preparó una actuación que hasta el día de hoy la recuerdo como una de las mejores que he visto en mi vida. Yo estaba en el pasadizo del piso ocho, cuando de pronto vi salir de uno de los departamentos vecinos a un hombre con la ropa rota y la cara maquillada, era un monstruo. No, era uno de los muertos vivientes de Thriller!!!!!!, mi video favorito en esa época, cuando el atormentado Jackson aún no se había transformado en un verdadero monstruo blanco. Cómo me encantaba ver ese video genial, me moría de miedo, pero aún así lo seguía viendo fascinada. El hombre me miró como asustado, lo había sorprendido, nadie podía verlo vestido así porque era una sorpresa para las mamis, y me dijo: ¿qué tal me veo? ¿Asusto? Baila tío, baila, le dije (a todos los amigos de mis papás les decíamos tíos, o sea, teníamos una familia postiza inmensa), y él hizo aquel paso famoso de las manos encorvadas como garras apuntando hacia arriba, de un lado a otro. Luego, desapareció en la oscuridad de las escaleras rumbo al escenario, no podía arriesgarse a tomar el ascensor y que lo descubrieran.
Definitivamente, aquel show era imperdible, así que la pandilla de chicos y yo, que siempre era mantequilla, no las ingeniamos para evadir la seguridad y encontramos una salida para ver el baile con las caras pegadas a la luna, awaitando por un huequito que quedaba libre de cortina (teníamos que turnarnos el espacio y aguantar la risa de los nervios y el miedo a que nos descubran). Sin duda, lo que vimos nunca lo olvidaremos. La coreografía de Thriller era exacta!!!! O eso nos hicieron creer nuestros ojitos infantiles. Y ahora que lo recuerdo, me maravilla el entusiasmo de aquellos hombres de treinta, que en esa época eran unos verdaderos tíos para mí. Se habían matado ensayando para reproducir cada paso, encontrado tiempo entre su trabajo de oficina o luego de volar aquellos avioncitos que parecían de juguete cuando los veíamos en el aire. Se habían tomado la molestia de hacer una réplica exacta de los trajes y maquillarse con destreza. No le tenían miedo al ridículo, se reían de ellos mismos y se divertían haciéndolo. Ese espíritu es lo que valoro.
Ahora que lo pienso, hace poco, las amorcinas y yo estábamos dispuestas a hacer esa clase de ridículo por el aniversario de bodas de una de ellas. La Sifrina nos pidió que la acompañáramos en una coreografía para su fiesta de 10 años de casada... y aceptamos!!!!! Luego, el plan se vino abajo porque ella no iba a poder soportar el estrés, teniendo en cuenta que debía estar de anfitriona y que el show sería una sorpresa para su esposo (y para nuestras parejas también). En fin, fue un alivio que se echara para atrás, aunque un poco de locura no le viene mal a nadie. Tener que estar frente a un escenario implica una buena dosis de adrenalina, que luego se transforma en un merecido estado de relajación.
Eso les ocurrió a los thrillers y a sus mujeres que no podían más. Se deshacían de risa y admiración en sus asientos. Reían a carcajadas, era el momento perfecto para desfogar todas las angustias y frustraciones que significaba ser esposas de militares, y de pilotos en particular (en cualquier momento podían quedarse viudas, como la vecina). Además, era muy grande la emoción de ver a sus maridos disfrazados, descubriendo en ellos destrezas que no conocían, amándolos más por eso. Fue el mejor día de las madres de sus vidas, estoy segura. Y seguramente, la mejor noche de sexo de sus vidas. Luego subirían a sus departamentos, con los chicos bien dormidos, claro, para hacerles el amor a sus maridos monstruosos, quitándoles los harapos y ensuciándose la cara con el maquillaje. Qué importaría eso!!!!!!
Pero además del grill, ellos tenían su discoteca, que para nosotros era la chicoteca a las cuatro de la tarde, cuando había alguna fiesta infantil. La pasábamos bien, esos fueron épocas felices, sin duda. Y todos los papás parecían ser felices también y quererse mucho. Cuando había alguna celebración especial, organizaban actuaciones en donde todos participábamos, pero cuando lo hacían por las noches nos relegaban, por supuesto (al acordarme de estos eventos entiendo la frustración de mi hija cuando le digo: no, no puedes ir porque es una reunión para adultos, la noche es para los grandes hija). En una de aquellas celebraciones nocturnas, por el día de la madre, un grupo de maridos preparó una actuación que hasta el día de hoy la recuerdo como una de las mejores que he visto en mi vida. Yo estaba en el pasadizo del piso ocho, cuando de pronto vi salir de uno de los departamentos vecinos a un hombre con la ropa rota y la cara maquillada, era un monstruo. No, era uno de los muertos vivientes de Thriller!!!!!!, mi video favorito en esa época, cuando el atormentado Jackson aún no se había transformado en un verdadero monstruo blanco. Cómo me encantaba ver ese video genial, me moría de miedo, pero aún así lo seguía viendo fascinada. El hombre me miró como asustado, lo había sorprendido, nadie podía verlo vestido así porque era una sorpresa para las mamis, y me dijo: ¿qué tal me veo? ¿Asusto? Baila tío, baila, le dije (a todos los amigos de mis papás les decíamos tíos, o sea, teníamos una familia postiza inmensa), y él hizo aquel paso famoso de las manos encorvadas como garras apuntando hacia arriba, de un lado a otro. Luego, desapareció en la oscuridad de las escaleras rumbo al escenario, no podía arriesgarse a tomar el ascensor y que lo descubrieran.
Definitivamente, aquel show era imperdible, así que la pandilla de chicos y yo, que siempre era mantequilla, no las ingeniamos para evadir la seguridad y encontramos una salida para ver el baile con las caras pegadas a la luna, awaitando por un huequito que quedaba libre de cortina (teníamos que turnarnos el espacio y aguantar la risa de los nervios y el miedo a que nos descubran). Sin duda, lo que vimos nunca lo olvidaremos. La coreografía de Thriller era exacta!!!! O eso nos hicieron creer nuestros ojitos infantiles. Y ahora que lo recuerdo, me maravilla el entusiasmo de aquellos hombres de treinta, que en esa época eran unos verdaderos tíos para mí. Se habían matado ensayando para reproducir cada paso, encontrado tiempo entre su trabajo de oficina o luego de volar aquellos avioncitos que parecían de juguete cuando los veíamos en el aire. Se habían tomado la molestia de hacer una réplica exacta de los trajes y maquillarse con destreza. No le tenían miedo al ridículo, se reían de ellos mismos y se divertían haciéndolo. Ese espíritu es lo que valoro.
Ahora que lo pienso, hace poco, las amorcinas y yo estábamos dispuestas a hacer esa clase de ridículo por el aniversario de bodas de una de ellas. La Sifrina nos pidió que la acompañáramos en una coreografía para su fiesta de 10 años de casada... y aceptamos!!!!! Luego, el plan se vino abajo porque ella no iba a poder soportar el estrés, teniendo en cuenta que debía estar de anfitriona y que el show sería una sorpresa para su esposo (y para nuestras parejas también). En fin, fue un alivio que se echara para atrás, aunque un poco de locura no le viene mal a nadie. Tener que estar frente a un escenario implica una buena dosis de adrenalina, que luego se transforma en un merecido estado de relajación.
Eso les ocurrió a los thrillers y a sus mujeres que no podían más. Se deshacían de risa y admiración en sus asientos. Reían a carcajadas, era el momento perfecto para desfogar todas las angustias y frustraciones que significaba ser esposas de militares, y de pilotos en particular (en cualquier momento podían quedarse viudas, como la vecina). Además, era muy grande la emoción de ver a sus maridos disfrazados, descubriendo en ellos destrezas que no conocían, amándolos más por eso. Fue el mejor día de las madres de sus vidas, estoy segura. Y seguramente, la mejor noche de sexo de sus vidas. Luego subirían a sus departamentos, con los chicos bien dormidos, claro, para hacerles el amor a sus maridos monstruosos, quitándoles los harapos y ensuciándose la cara con el maquillaje. Qué importaría eso!!!!!!
Ay, aquellas épocas. La muerte de Michael Jackson me ha hecho retroceder a esos años maravillosos en donde la inocencia nos hacía inmune a los problemas, y en la que creíamos que sí existía el amor eterno.
Los dejo con el mejor video de la historia (aunque lo hayan visto mil veces), como un homenaje a mi abuela, que era una fan enamorada del rey del pop.
http://www.youtube.com/watch?v=9Xs9OQHpwDE
Los dejo con el mejor video de la historia (aunque lo hayan visto mil veces), como un homenaje a mi abuela, que era una fan enamorada del rey del pop.
http://www.youtube.com/watch?v=9Xs9OQHpwDE
3 comentarios:
Wow, genial post. Una abrazo.
que paja!
Mi querida Maya, cómo olvidar aquellas épocas. Yo también fui testigo presencial de aquella actuación en la que mi papá también se convirtió en monstruo por una noche.
Mil gracias por refrescarme la memoria.
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