domingo, 17 de abril de 2011

LA FLOR DE LOS SIETE COLORES

Eras una planta que echó raíces en un lugar de paso. Te sentías segura en un terreno prestado. La tierra, aunque un poco húmeda y con estragos del paso de los años, era acogedora, cómoda y estaba cargada de tu historia personal. Era una tierra con memoria. Tenía registrado tu crecimiento desde que te hiciste mujer y tuviste una hija. Sabía de tus amores y desamores. Escribió contigo un libro. Fue el contenedor de tu dicha y de tus más grandes decepciones. Fue tu primera tierra de casada y de divorciada. Compartió contigo una alianza y también descubrió contigo la libertad, con aquel saborcito dulce y a la vez amargo de la soledad. Fue la que recibió tus lágrimas y también se las llevó. La que escuchó tus miedos cuando le hablabas a las paredes y transformó tus fracasos con la luz del amanecer en tu ventana. Era tu casa.

De pronto, te arrancaron de ella y quedaste expuesta. Ahora debes buscar una nueva tierra. Es un momento crítico, de supervivencia. El aire mueve tus hojas, te lleva de aquí para allá. Hay plantas alrededor, pero no pueden hacer nada por ti, porque la única que puede encontrar el lugar indicado para echar raíces nuevamente eres tú misma. Al principio te sentiste sola. El vendaval que te arrancó había dejado un poco aturdida a la plata mayor que solía protegerte del sol. Pero gritaste y tu voz se escuchó. Esa planta sigue cerca y está acumulando reservas para poder juntar sus raíces con las tuyas. Sabes que eso toma tiempo y debes tener paciencia. Mientras tanto, buscas la flor de los siete colores y ruegas que ocurra el milagro de Angel: encontrar la flor en tu propio jardín, muy cerca, quizá un piso más arriba.

martes, 15 de marzo de 2011

ES LO QUE HAY!

La Maya no les ha contado, pero contra todo pronóstico ha vuelto a usar fierros. Sí, estoy en la universidad y uso fierros, una adolescente total, solo que con canas que teñir, hija que educar y dietas que seguir. Mi dentista me dice que ha hecho todo lo posible por dejar mis dientes delanteros justo al centro. Al menos están en línea con tu nariz, dice riendo. Sabe que si los dejara realmente al centro, estarían arrimados hacia el lado más cachetón de mi cara. Pero eso es lo de menos, hace tiempo acepté mi asimetría ósea, lo que no acepto es usar las nuevas ligas plomas que me ha puesto, porque son las únicas que no se manchan. Después del fin de semana pasado, que mis ligas transparentes, último modelo, se tiñeron de amarillo fosforescente por comerme un tiradito, y llamé al doc desesperada para que me diera cita urgente (no podía ir a la oficina con sonrisa de neón), optó por colocarme unas toscas ligas color uniforme escolar único. O sea, para que me quede tranquila por lo menos dos semanas sin malograrle su apretada agenda.
Como comprenderán, cuando vi a mi chico romántico casi se me salta la lágrima del ojo como anime japonés. ¡Mírame! Y sonreí bajo la luz fluorescente del espejo del ascensor, una luz perversa, antítesis del maquillaje: revela hasta la más mínima imperfección. Una luz que me ha hecho regresar a mi casa miles de veces porque me grita en la cara que el color de mi cartera no es del mismo tono que el de mi blusa o que necesito urgentemente corrector de ojeras. Bueno, sí, bajo esa luz maligna e impúdica me atreví a sonreírle a mi chico volador (así le voy a llamar ahora, luego les cuento). Y él no tuvo mejor idea que decirme: ES LO QUE HAY! Santo remedio. Bendita frase. Cada vez que la pronuncia reímos a carcajadas y se esfuman todos nuestros males.
Esa frase puede interpretarse despectivamente, como una expresión de conformismo. Pero también puede adquirir un matiz tan cómico que me relaja. Es aceptación. Saber que tienes defectos pero que con todos ellos te amas y esperas que te amen completa, así como eres. Es una frase que se ha vuelto un clásico entre mi chico volador y yo. Y cuando él me la dice, refiriéndose a él mismo, lejos de provocarme rebeldía (como cuando lanza alguna de sus frasecitas machistas solo para fastidiarme) me desarma. Esas cuatro palabras me lo dicen todo: no esperes a un príncipe, a un súper héroe, soy yo y así te amo hasta los huesos.
ES LO QUE HAY! Una frase popular que la hemos adoptado como propia. Que nos hace mirarnos con alegría, nos hace reconocernos y saber que somos de la misma especie, que estamos al mismo nivel. Ninguno se siente disminuido por el otro. Ninguno siente que le debe nada al otro, por compromiso, porque así deba ser. Nos lo debemos todo, porque así es.
Hoy noche, como dice mi hija, he querido homenajear esa gran frase que resume una relación que me tiene volando desde hace casi un año, que me ha hecho descubrir la importancia de la fila número 10 de un Airbus (no se equivoquen, no es salvar a nadie sino poder estirar los pies) o sentir orgullo cuando escucho la voz del capitán saludando a los pasajeros desde la cabina de mando.
Esta vez la Maya quiere seguir volando señores, aunque aparezcan tormentas o vientos huracanados, aunque se planten los motores y haya que realizar aterrizajes forzosos, aunque cambien los roles a último minuto, aunque hayan madrugadas en las que tenga que despertar de mi sueño sagrado. ES LO QUE HAY capitán!!!! Así que no me haga el avión y regrese pronto!!!!