lunes, 6 de julio de 2009

Un final de campeonato

Cuando clasificaron para el Mundial de Tailandia - Foto: ANDA

Ayer terminó oficialmente el partido más importante de mi vida: mi matrimonio. Llegó la resolución del divorcio en el momento preciso, justo cuando estoy cerrando capítulos de mi vida pasada, y cuando ha caído a mis manos un libro inspirador que habla de la búsqueda interior después del fracaso de un matrimonio (“Come, reza, ama” de Elizabeth Gilbert).
Mi ex ahora sí es mi ex de verdad. Y lo mejor de todo es que los dos nos sentimos campeones. Durante mucho tiempo nos dedicamos a darnos verdaderos mates, algunos de zaguero, otros desde más cerquita, logrando derribar el bloqueo rival. Algunas veces ganaba él, otras yo, pero lo increíble es que desde hace un tiempo convertimos nuestro último set en un juego amistoso. El dejó de lanzarme cañonazos imparables y yo le devolví la bola con estilo: comencé a ir a sus clases de yoga y hasta una vez lo sorprendí con un rico almuerzo de domingo.

Mi mejor celebración para tan importante acontecimiento fue pasar el sábado por la noche sola. Bien dice Elizabeth Gilbert: “no vuelvas a usar el cuerpo o los sentimientos de otras personas para tratar de aliviar tus deseos insatisfechos”. Bueno, decir que estaba sola fue un error, mi hija me acompañaba y yo la ayudaba a pegar las figuritas de su álbum nuevo, mientras gritaba con cada punto del partido de voley Perú-Argentina. Ay mamá, me asustas!!!! Es solo un juego!!!!, me dijo. Sí, yo sé, perdón, es que me emociono mucho!!! Con dos sets ganados y dos perdidos, el quinto era demasiado emocionante. Grité tanto con los últimos puntos que terminé con dolor de garganta y mi hija estuvo a punto de apagarme el televisor. No me sentía así de eufórica desde Seúl 88. Además, con cada punto también celebraba mi nuevo estado civil (eso no podía decírselo a ella). Después de aquel triunfo peleado me relajé satisfecha y muerta de risa con las ocurrencias de mi hija. Había cerrado todos los cajones de mi cómoda, que yo dejo abiertos, y sacó de uno de ellos un deshumedecedor. Mami, me dijo, ¿me prestas el pañal de cajones? Reí a carcajadas. ¿Y para qué lo quieres? Para que sea la almohadita de Olga (su nueva hipopótama bebé). Mi hija siempre me sorprende con sus ideas. La vez pasada se inventó un color, el bioazul, que según ella es una mezcla de azul y morado. Y creó otro término: las fresadillas, que son las pesadillas de sus muñecas Fresita.

Pero ahí no terminó la noche. Mientras la gente celebrara el día del amigo en las discos y demás locales nocturnos de Lima, y después de que mi hija entrara en estado alfa, me metí a la cama para ver a la selección de menores jugando contra Turquía para el campeonato mundial. El partido se extendió hasta la una de la mañana porque las turcas no se dieron por vencidas. Después de perder dos sets, nos voltearon el partido, pero nuestras chicas sí que las hicieron sufrir. Cómo la lucharon!!!! La zurda Sosa; Vivian Baella, la niña de Rioja que siempre parece que está a punto de llorar; la dulce Rafaella Camet; Daniela Uribe; Claribeth Illescas, la pantera del equipo; Diana Gonzales… Imagino a los padres de aquellas chicas, no necesitarán más en la vida después de ver a sus hijas en la cancha. Con ese espíritu rebosante de orgullo le pregunté hoy a mi hija: ¿no te gustaría jugar voley cuando seas grande? (estoy segura de que va a tener un buen tamaño). ¡No mamá! Yo voy a ser nana, profesora de yoga y piloto de avión. ¿Vas a ser todo eso y nada que se parezca a lo que yo hago?, le pregunto con cara de ofendida, medio en juego, pero en el fondo preocupada porque se identifica hasta con el abuelo que es piloto pero no conmigo!!!! Ay mami, es que tú trabajas todo el día pues (siempre con sus ideas tan claras). Al menos me queda el consuelo de que adora las letras, el maquillaje y las joyas (lee y escribe todo el día, inventa cuentos y me persigue para hacerme cambios de look).

Ayer fue una noche de celebración, a mi manera, claro. En vez de un galán tuve a toda una selección de chicas sudando la camiseta con una pasión que no solemos ver en los jugadores de fútbol. Y en vez de champagne me emborraché con unos finísimos chocolates Godiva, mientras saltaba de la cama viendo a nuestras matadoras púberes. Ellas me acompañaron en mi primera noche de divorciada y son el mejor ejemplo de que todo es posible: así como le ganaron a China, el campeón mundial, en el primer partido del campeonato (nada más que 3 a 0), yo logré un divorcio amistoso en donde la ganadora indiscutible es mi hija, la nueva piloto de la familia.

3 comentarios:

Natura dijo...

¡Bien por ti!

Disfruté mucho tu blog. Me daré un saltito de tanto en tanto.

Zombras del dia dijo...

Si te diste cuenta que te gusto que te cuenten el cuento, creo que a todos nos gustan los cuentos, hay que seguir escuchandolos, nos hace soñar

leo dijo...

jajajaajja las fresadillas!!!....lo maximoooo...coomo me he reidoooooooo!!!!!!!!!......el bioazul.....mmmmm..tendra ke ense;arme a mezclar ese color!!... :)