sábado, 15 de septiembre de 2007

El terremoto



Diario de Fátima
17/08/07

Hoy día mi hija me regaló un dibujo. ¿Qué es esto hijita? Es el terremoto mami.
El terremoto ha roto partículas, las ha mezclado, ha remecido cada uno de los cajones de mi conciencia y me ha traído una extraña calma. La huelo, la reconozco, es miedo disfrazado de calma, un miedo emergente que quiere gritar. ¿Disfrutas más sola o sufriendo por alguien? No lo sé. Mejor que venga el ángel a regalarme su aliento fresco. Sólo eso. El piso tiembla y tiembla, sigue temblando. Tengo inyectado el miedo en las venas. Estoy con los átomos revueltos, se han confundido, generan cortos circuitos involuntarios. Y el niño hombre aparece otra vez, entre nubes amorfas. ¡Qué locura maternal tan devastadora! Ha llegado con la mirada quebrada, la de aquel que está desarmado por un segundo y en ese instante puedes verle el alma. Me dice adiós, él también, es hora de que regrese a su mundo.
Ha habido un terremoto, aquí adentro…

jueves, 6 de septiembre de 2007

Relato de una mujer nueva



La noche está fría, ya se siente aquel viento helado que trae el invierno. Me enfrento a la corriente y tengo que agachar la cabeza y cerrar el saco contra mi pecho. Quiero enfrentar también mi miedo y vencerlo, pero sigue conmigo, volando a la par que mi pelo. Llego al bar a la hora prevista pero me voy directo al tocador, tengo que asegurarme de que me veo bien. Me miro al espejo, me he puesto el vestido rojo que me regaló la Lola el día de mi cumpleaños, el par de tetas falsas se asoman por el escote. Me siento orgullosa, de todas las chicas del bar soy la que tiene menos cortes y más atributos naturales. Arreglo mi pelo con las manos, el viento ha aumentado su volumen. Siempre me ha gustado verme con el pelo abundante, así me queda mejor. ¡Ay! como odiaba aquel corte militar que me hacía mi madre, si me viera ahora, creo que se volvería a morir. Me inclino hacia el espejo para mirarme de cerca. Sin duda, el maquillaje es mi mejor aliado, me siento más segura bajo esa máscara de polvos y pinceladas que afinan mis rasgos. Repaso el delineado en mis cejas, separo mis pestañas pegoteadas por el rímel, aumento el carmín en mis labios y el color en mis mejillas. Veo mis argollas y recuerdo al español perverso que le gustaba hacer cochinadas con mis pies, sólo Dios sabe por qué lo aguanté. Tengo ganas de orinar, siempre me pasa eso cuando estoy nerviosa. Voy al water y orino sentada. Acomodo nuevamente el calzón apretado y las medias pantys. ¡Carajo! es todo un trámite esto de ir al baño para las mujeres. Son las nueve y cuarto, ya debo salir, seguro me esta esperando. Salgo del baño y lo veo sentado en una de las mesas que están junto a la ventana, mira la calle con un vaso de whisky en las manos. El no bebe whisky, seguro también esta nervioso. Se ve adorable, hermoso, ¡tengo tanto miedo de acercarme! Camino despacio pero el sonido de los tacones me anuncia. Gira la cabeza, me paralizo, me mira triste con ese par de ojos pardos que me heredó. Hola papá, me dice.