jueves, 23 de agosto de 2007

Mantis



Diario de Fátima
02/04/06

Abro los ojos y la veo. Me está esperando como a una presa, sentada sobre sus apéndices traseros y haciendo colgar sus patas opuestas debajo de un hilo blanco y baboso. Sus globos se posan hipnóticos. No puedo zafarme de esa mirada que cavila un único propósito, hacerme suya. Sus antenas juegan alternas acariciando mi cuello y las púas de sus patas me apuntan generosas, dispuestas a esperar el tiempo necesario para atraparme. Yo sigo inmóvil, incapaz de hacer un movimiento que pueda perturbarla. Me cae sudor de la sien y empiezo a mojarme, me empapo hasta los dedos de mis pies y siento un olor venenoso que me atrae inexorablemente. Quiero ser atrapada, mi mente comienza a desvanecerse, caen mis párpados, siento una necesidad absurda de beberme sus fluidos. La mantis clava sus filudas púas en mi cintura, me tiene colgada con la cabeza hacia atrás y mete su lengua en mi boca. Me besa ahogada y escucho un rezo de amor. Al fin me devora.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Sopa de Nora



Diario de Fátima
22/01/06

¡Nora! ¡Despierta! Hay que preparar la cena. Esas eran las palabras finales que cerraban la pesadilla. Presentía que algo no andaba bien. El fogón, la cacerola… El cucharón marcaba la décima vuelta y hacía dispersar unas burbujas revoltosas que pretendían salirse de la olla, y el olor picante de la pimienta se le comenzaba a meter por los huesos para desbaratarla. El vapor la iba cubriendo sigilosamente. Ya había tomado la mitad de la habitación y amenazaba con metérsele en el cuerpo para quemar su sangre. El tiempo, de pronto, había culminado, ya lo sabía, y debía añadir el ingrediente final que haría de aquella sopa la más suculenta, la sopa que llevaría su nombre, su piel, sus fluidos más íntimos. Nora se quita la túnica y se dispone a entregarse como sabor último, para quedar impregnada en el paladar familiar… ¡Nora! ¡Despierta! Así lo hizo. Nora decidió no dormir esa noche y se atrevió a hacer realidad su sueño macabro. Nunca más se enfrentaría a la duda de saberse deliciosa en la extrañísima receta de su propia muerte.